David Ed Castellanos Terán @dect1608
Cuando el ego municipal intenta boicotear al gobierno del estado
Desde hace años, el sur de Tamaulipas ha buscado una fórmula para consolidarse como el destino turístico integral y más sólido de todo el Golfo de México. Hoy, nuevamente, gracias al empuje del sector hotelero y la voluntad política de la Secretaría de Turismo estatal, esa fórmula tiene nombre: “Tampico Miramar”, siempre pensada para proyectar al mundo lo mejor de la zona conurbada, uniendo lo urbano, lo natural y lo cultural; una marca que sobrevivió a la violencia y al cabecismo.
Pero en medio de ese esfuerzo colectivo, hay una figura que insiste en ir a contracorriente: el alcalde de Ciudad Madero, Erasmo González Robledo, quien desde su trinchera y con un espíritu de protagonismo ramplón, se ha empeñado en sabotear —sí, sabotear— una estrategia de marketing que no le pertenece, pero de la que se podría beneficiar si tuviera visión.
Primero fue el alien como símbolo de identidad. Luego, el slogan de “La playa de todos”. Y ahora, para rematar, en el marco del tianguís turístico binacional EEUU- México, el Ayuntamiento de Ciudad Madero lanzó un comunicado institucional donde confronta abiertamente la visión del gobernador Américo Villarreal Anaya, desmarcándose de la marca Tampico Miramar para seguir promoviendo su propio relato: “La playa de todos”. ¿Todos quiénes, señor alcalde? ¿Todos los que están dentro de los límites de su municipio? ¿O todos los que repiten sin cuestionar lo que usted dicta?
Esa necia, terca y absurda postura de imponer una marca municipal por encima de una estrategia estatal no solo es mezquina, es peligrosa. Porque reduce el potencial turístico de toda una región al capricho de una bola de aplaudidores y su presidente. Mientras los hoteleros, empresarios, promotores y funcionarios estatales trabajan por reposicionar al sur de Tamaulipas como un solo destino, el alcalde de Cd. Madero juega a la guerra de marcas, como si el visitante eligiera destinos por la firma del edil en turno.
Una cosa debe quedar clara: el turismo no entiende de fronteras políticas, pero sí de claridad, cohesión y visión de futuro. El visitante no distingue entre Tampico, Madero o Altamira cuando reserva un hotel, busca experiencias o recomienda un lugar. Lo que necesita es una marca fuerte, reconocible, confiable. Y eso no lo da una oficina municipal presidente, lo construyen todos.
Lamentablemente, Erasmo González Robledo ha demostrado una vez más que prefiere hablarle a su ego que al interés de la región. Que prefiere una “playa de todos” solo en discurso, mientras en los hechos divide, excluye y se desentiende del proyecto común.
Sin embargo, el verano está cerca. Y con él, la oportunidad de rectificar. Ojalá el alcalde entienda que no hay marca más poderosa que la que se construye con consenso. Que se deje guiar por la altura institucional de Mónica Villarreal Anaya, en Tampico, y de Benjamín Hernández Rodríguez, en Turismo estatal, que se abra camino con el trabajo serio de Armando Martínez Manríquez, en Altamira, pero, sobre todo, ya es hora de que siga la visión integradora del gobernador Américo Villarreal Anaya, porque si no lo hace ahora, será recordado no por haber impulsado a Miramar, sino por haberla utilizado para su agenda personal.
Tampico Miramar puede ser la marca del año. O el pleito del sexenio. Usted decide, alcalde.
Erasmo me recordó aquella faceta de cuando la afición del Tampico-Madero, iracundos y cansados de las derrotas del equipo, le gritaban enfurecidos al director técnico: “no hay idea, Camacho, no hay idea”.
En la intimidad… Mientras algunos alcaldes juegan con marcianos, otros construyen realidades.
Altamira fue oficialmente incluida en el Plan México, presentado este jueves por la presidenta Claudia Sheinbaum y detallado por el secretario Marcelo Ebrard. El municipio tamaulipeco se integra como uno de los 25 Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar (PODECOBI), enfocados en detonar inversión, empleo y desarrollo industrial en sectores clave para el país.
La inclusión no es casualidad. Es resultado de la gestión técnica y política del alcalde Armando Martínez Manríquez, respaldado por el gobernador Américo Villarreal Anaya, y con el aval directo del Gobierno de México.
Altamira no se distrae con símbolos ni eslogan vacíos. Altamira se consolida como motor económico del noreste del país. Mientras unos se aferran al pasado, otros construyen el futuro.