- El árbitro dio 15 minutos de descuento y en la última Medina puso el 2-2.
- Hubo invasión, pero el partido volvió jugarse 120 minutos y después después de que el árbitro anulara el gol.
Argentina cayó frente a Marruecos. Después de los 15 minutos adicionales, la larga suspensión por la agresión de los hinchas marroquíes, el partido, ya sin público en el estadio, siguió tres minutos más y al equipo de Javier Mascherano le anularon lo que había sido el 2-2 tras el cabezazo de Cristian Medina.
A través del VAR, que vio el pie izquierdo adelantado de Bruno Amione, quien participa de la jugada con un cabezazo que da en el travesaño, antes del impacto de Medina, el gol se anuló. Eso es lo que informó el árbitro sueco Glen Nyberg tras observar la jugada en el monitor.
Al margen de esta situación, Argentina no tuvo un buen debut. Aunque levantó con el ingreso de los suplentes, sobre todo de Giuliano Simeone, el mejor de la Albiceleste, y autor del descuento, el equipo argentino no pudo revertir el resultado.
. Descontrol en la cancha tras el gol de Argentina
La imagen del final se parece en nada a un partido de fútbol. Y menos todavía a unos Juegos Olímpicos. Los jugadores argentinos en uno de los córners festejando un agónico y polémico 2-2 ante Marruecos en el ¡decimosexto minuto de descuento! que al final no valió. Cae de todo, piedras, petardos, proyectiles, desde las tribunas repletas de camisetas rojas. Los africanos rendidos en el piso penando por la oportunidad histórica que se les acaba de escapar: vencían 2-0. Decenas de fanáticos marroquíes entonces invaden el campo de juego para alentar a los suyos.
Javier Mascherano y el resto del cuerpo técnico todavía gritan con furia la trabajada igualdad. El campo de juego era un caos de gente corriendo por todos lados, de futbolistas llorando y otros celebrando; lágrimas y sonrisas al mismo tiempo. La invasión se desactivó rápido más allá de la tardía intervención de la seguridad.
El drama siguió un rato largo: casi dos horas después los futbolistas no sabían si el partido había terminado. Y para peor: tampoco sabían si el gol de la paridad había sido convalidado. Les exigieron volver a la cancha, hacer la entrada en calor y recién ahí, casi dos horas después, enterarse que hubo un offside previo de Amione. Un papelón sin precedentes se vivió en Saint Étienne. “Es el circo más grande que vi en mi vida”, vociferó con eco el DT argentino en un estadio que ya estaba vacío. Al final, fue derrota. Poco interesa más allá de que queda todo el torneo por delante.
Algo que pudo haber pasado desapercibido. En el medio del desorden y antes de la incertidumbre y el mamarracho organizativo, un color faltó: el amarillo. Nadie entendió dónde fueron a parar los árbitros en ese final de partido. Tal vez temió el sueco Glenn Nyberg por los insólitos 15 minutos que adicionó. Y bastante más: el tanto del empate de Medina se anotó pasados los 60 minutos. Tampoco se entendió por qué dos horas después fue al monitor del VAR a ver un offside, que además cuenta con la tecnología del semiautomático.