- Reflexiones sobre la profundidad del espíritu humano y nuestra labor para enriquecerlo
Por la Dra. Rocío Reyna Camarillo
Los icebergs, majestuosos gigantes de hielo, flotan serenos en el vasto océano, como símbolos de la transitoriedad y la belleza efímera de la vida. Únicos e irrepetibles, su presencia es un recordatorio de que todo en la existencia está sujeto a cambio y transformación.
La conexión entre estos gigantes de hielo y nuestra existencia la encontramos en que ambos tienen su propia esencia, historia de crecimiento, transformación, eventual disolución y su vuelta al origen.
Los enormes témpanos, se forman en la oscuridad y el frío de las profundidades glaciares, así la vida comienza en la oscuridad y el misterio del útero materno. Además, de la misma forma que el iceberg crece y se moldea por la presión y el tiempo, la vida se desarrolla de acuerdo con su naturaleza, respondiendo a las experiencias y las circunstancias.
Así como el enorme cuerpo de hielo solo muestra una pequeña parte de su verdadera magnitud en la superficie, la vida también tiene sus misterios y profundidades ocultas. Esto nos lleva a recordar que, cada molécula de agua congelada que da forma a la cima expuesta es exactamente igual a las que están en la insondable sima, y que de forma similar cuando el iceberg finalmente se derrite y se disuelve en el mar, la vida también llega a su fin, dejando detrás su legado y huella en el mundo.
Sin embargo, incluso en la desintegración, el iceberg sigue siendo una parte integral del océano, alimentando la vida marina y nutriendo el ecosistema.
De la misma manera, la vida, incluso en su final, sigue siendo una parte esencial del ciclo de la existencia, enriqueciendo y nutriendo el mundo que nos rodea. Esta dualidad de lo visible y lo oculto es especialmente poderosa y nos hace recordar que solo vemos una pequeña parte de lo que realmente somos o de lo que hemos vivido, mientras que las profundidades de nuestras experiencias son vastas y complejas, como los motivos, las razones, propósitos y sentido que debemos encontrar para nuestra existencia.
Los icebergs nos recuerdan que la vida es un viaje de crecimiento, transformación y, finalmente disolución, pero siempre conectada y en armonía con el mundo que nos rodea. Aunque todo llega a su fin, siempre hay un legado que deja una marca en el mundo y esa conexión continua con el entorno es un recordatorio perenne de que todos somos parte de algo más grande.
- La Dra. Rocío Reyna Camarillo, con más de 40 años en la docencia, es experta en educación, formación y asesoramiento de padres, niños y jóvenes. Actualmente es Directora del Colegio Lomas del Valle del Sistema Educativo de la UAG.